Los coches eléctricos siguen siendo caros, especialmente si se comparan con alternativas de combustión equivalentes. Pero cada vez menos culpa es de la batería, que, por si no lo sabías, ya ha bajado su precio un 90% en los últimos 15 años.
¿Baterías más baratas? ¡Sí! Pero hay otros factores…
Por tanto, la revolución eléctrica todavía está un poco a la vista, mientras que los coches 100% eléctricos aún no han alcanzado las cotas de 20.000 o 25.000 euros. Un tipo de coche que debería ser una realidad en 2025, aunque algunos fabricantes ya han pospuesto el objetivo a 2026.
Dicho esto, los retrasos y los elevados precios ya no son culpa de la batería, el componente más importante de cualquier coche eléctrico. De hecho, parece que para 2027, el coste de producir un vehículo eléctrico ya será sustancialmente menor respecto al de un vehículo de combustión. Un objetivo que ya se podría haber alcanzado si no fuera por los impactos de la pandemia que todavía se sienten en el mundo del automóvil.
Aún así, incluso con algunas dificultades inesperadas, el coste por kWh (kilovatio-hora) ya alcanzó los 139 dólares (127 euros) en 2023, y es muy probable que sea un poco menor en la segunda mitad de 2024.
¿Tiene alguna idea de cuánto valía el mismo kWh hace unos 15 años? ¡Estamos hablando de más o menos 1415 dólares (1300€)! Una diferencia de 1276 dólares (1170€).
Sin embargo, se espera que el precio baje a 113 dólares (100€) por kWh en 2025, y a 80 dólares (72€) por kWh en 2030. Esto significaría que, en 2025, una batería de 100kWh costaría “sólo” 10.000. euros.
¿Cómo sucedió todo?
Se ha logrado aumentar la densidad de almacenamiento de las baterías, lo que básicamente significa poder almacenar más energía en un espacio físico más pequeño. Esto significa baterías más pequeñas con los mismos kilómetros que las baterías más antiguas. O baterías más grandes y con valores de autonomía más interesantes (¡importante para coches más compactos!).
También hay que decir que la introducción de nuevas químicas de baterías, como el fosfato de hierro y litio (LFP), ha reducido aún más los costos, y los principales fabricantes de automóviles han incorporado baterías LFP en algunos modelos importantes.
Además, las innovaciones que aportan las economías de escala han dado lugar a importantes simplificaciones de los procesos de desarrollo y producción, incluida la arquitectura centralizada de los vehículos y las gigacastings. Hoy en día es más sencillo y rápido producir una batería.
Además de todo esto, las materias primas también son cada vez más baratas, lo que ayuda a todo el proceso. (Esta fue una de las grandes dificultades de la pandemia. Porque el valor de los minerales aumentó de manera casi absurda).
En definitiva, cada vez hay menos excusas para que un vehículo eléctrico sea caro. Pero, además del precio de adquisición, existen otras dificultades asociadas un poco más complicadas de resolver. Será en este aspecto que veremos triunfar o no la revolución.