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¡El motor eléctrico no es nada nuevo en el mundo del automóvil! De hecho, si tenemos todo en cuenta, este motor es una opción muy superior al motor de combustión, porque es más sencillo (muchas menos piezas móviles), es más económico y por tanto mucho más fácil de mantener.
El problema siempre ha sido, y de hecho sigue siendo, la batería. Es decir, en la forma en que se logra almacenar la energía eléctrica que a su vez da vida al motor eléctrico. Aquí hay que tener en cuenta que un coche de hidrógeno también es un coche eléctrico, el motor es exactamente el mismo. Lo que cambia es la forma en la que se almacena la energía que dará vida a ese mismo motor.
Es que en el mundo de los motores eléctricos, la forma en que se almacena la energía es, y seguirá siendo, un problema difícil de resolver. Por tanto, podría tener sentido pensar en todo esto de otra manera. Entonces… ¿y si la batería fuera más pequeña, pero muy fácil y rápida de cargar?
Coches eléctricos: ¿velocidad o autonomía? ¿¡Qué prefieres!?
Entonces, ¿cuál es el problema con los coches eléctricos BEV de hoy?
Es la baja autonomía de las baterías, el precio de producción y adquisición de estas, el peso que suponen para el chasis del coche, lo que a su vez también repercute en la conducción, y por supuesto, el tiempo de carga de las baterías, ya sea esta realizado en casa o fuera de casa.
Pero no todos los conductores necesitan recorrer 200 o 300 kilómetros cada día.
Precisamente por eso podría ser una buena idea que el mercado empezara a dividir las cosas.
Es decir, coches gigantes, caros, con baterías grandes y pesadas para quienes quieren 500, 600 o 700 kilómetros de autonomía, y por supuesto, al otro lado de la barricada, coches más pequeños, ligeros, con precios más atractivos, para los que quieran una autonomía en torno a los 200 o 300 kilómetros.
Como puedes imaginar, los fabricantes llevan varios años lidiando con un problema del tipo “pesca en la boca”. Más batería significa más autonomía, pero también significa más peso y esto reduce la autonomía y la velocidad del vehículo. Más batería también significa un precio más alto.
Por tanto, si los fabricantes optan por baterías que, además de ser más económicas, también pesan mucho menos, permiten una mayor libertad y dinamismo a la hora de conducir. Pero quizás más importante que eso, Pueden permitir velocidades de carga increíbles, permitiendo pasar del 0% al 80% en menos de 5 minutos teóricos.
En definitiva, ¿quieres tener una autonomía de 200 kilómetros pero poder cargar en 2 minutos, o preferirías tener una autonomía de 600 kilómetros y tener que perder 1 hora en el cargador? Esto es si hay un cargador disponible.
Porque, nos guste o no, incluso con la evolución de la red de carga, la realidad es que cargar un coche eléctrico sigue siendo aburrido, lento y requiere una planificación extra.
Según hemos tenido oportunidad de comprobar, la gran inversión en coches eléctricos seguirá, al menos en parte, esta estrategia. Es decir, vehículos por valor de 25 mil euros, como el Renault R5llegará ahora al mercado con baterías un poco más pequeñas, pero aún capaces de ofrecer 300 kilómetros de autonomía en circuitos mixtos.
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