Con el gran cambio hacia el audio digital, el término compresión de audio ha adquirido gran importancia. Al fin y al cabo, esto es lo que puede marcar la diferencia entre tener música de calidad o no. Pero, ¿cómo afecta la compresión de audio a la calidad de la música?
La compresión de audio viene en dos tipos: con pérdida y sin pérdida. En el caso de la compresión sin pérdidas (como FLAC), se conserva cada bit de los datos originales, pero se obtienen archivos más grandes, aproximadamente la mitad del tamaño de una grabación de CD de audio.
La compresión con pérdida (como MP3 o AAC) elimina datos «innecesarios» para ahorrar espacio, basándose en modelos de audición humana. Estos modelos suponen que no notamos ciertos sonidos enmascarados por otros más fuertes o frecuencias en los límites del rango de audición humana típica.
Sin embargo, este enfoque no es perfecto. Si bien la compresión con pérdida elimina datos de audio redundantes, también puede eliminar detalles sutiles, como la reverberación de una sala o la riqueza armónica de los instrumentos. Esto da como resultado lo que algunos audiófilos podrían describir como un sonido «plano» o «sin vida», especialmente a velocidades de bits bajas, como 128 kbps.
La frecuencia de muestreo y la profundidad de bits son más importantes
La compresión no es el único factor que afecta la calidad. La frecuencia de muestreo original y la profundidad de bits son igualmente críticas.
La frecuencia de muestreo es la frecuencia a la que se mide el sonido por segundo. Las frecuencias de muestreo más altas (por ejemplo, 96 kHz) capturan más detalles pero requieren más almacenamiento.
La profundidad de bits define el rango dinámico: la diferencia entre los sonidos más fuertes y más bajos. Una profundidad de bits más alta, como el audio de 24 bits, conserva más matices que el estándar de 16 bits en los CD.
Cuando el audio se comprime en formatos con pérdida, a menudo se reduce tanto la frecuencia de muestreo como la profundidad de bits. Esto puede eliminar detalles silenciosos del fondo y dar como resultado una textura «áspera» o «granulada».
Por supuesto, con almacenamiento más barato, procesadores más potentes y mejores algoritmos de compresión que varían la tasa de bits según lo que se necesita para la música en un momento dado, la calidad original de la música se puede preservar casi por completo. Todo esto usando sólo una fracción del espacio de almacenamiento de algo como FLAC.
Cómo lidiar con una mala compresión
Incluso si no eres un audiófilo, se puede notar una compresión deficiente. Los “artefactos” de audio comunes incluyen:
Recorte: los sonidos fuertes se distorsionan o se recortan.
Sonido metálico: Una calidad de “estaño” debido a una compresión demasiado agresiva.
Pérdida de dinámica: la música suena plana y carece de impacto.
Eco o gorjeo: distorsiones sutiles en voces o notas sostenidas, similares a «wow» o «flutter» en discos de vinilo y casetes.