El pasado jueves, el aterrizaje de la Starship de SpaceX provocó auténticos escalofríos a todo el equipo de tierra que lo acompañaba. Antes de llegar a su destino, el vehículo espacial sufrió varios contratiempos, pero mostró resiliencia para superarlo todo. Lo mejor es verlo con tus propios ojos.
Antes de dar más detalles, cabe aclarar que este aterrizaje, cuanto menos impresionante, no provocó heridos en la Tierra. El cohete Starship de 120 metros de altura despegó desde la plataforma de lanzamiento de SpaceX en Texas, EE.UU., para realizar su cuarto vuelo de prueba.
Esta prueba duró una hora y, según la información difundida, avanzó, habiendo cumplido varios objetivos. Al reingresar a la atmósfera, el vehículo se habrá incendiado.
En palabras de Kate Tice, responsable de ingeniería de sistemas de calidad en SpaceX, el equipo todavía está aprendiendo cómo mejorar el cohete para su “supervivencia total”.
El mismo responsable explica que “pruebas de vuelo como ésta son la forma más rápida de mejorar drásticamente las capacidades de los cohetes. El desarrollo avanza muy rápidamente aquí en SpaceX”.
Los principales objetivos de esta prueba eran que el cohete sobreviviera a la temperatura extrema experimentada al reingresar a la atmósfera y practicar maniobras para recuperar el propulsor Super Heavy.
Starship cumplió a la perfección este último objetivo, habiendo conseguido aterrizar sin problemas por primera vez en el Golfo de México. Esta hazaña generó un gran nerviosismo en el equipo de SpaceX, que aplaudió efusivamente el objetivo alcanzado.
SpaceX garantiza que esta prueba reflejó una enorme mejora respecto a la tercera prueba realizada el 14 de marzo, durante la cual el cohete fue destruido al inicio de su regreso a la Tierra.