Este año ha habido un pico de actividad solar, lo que ha provocado tormentas solares más frecuentes. Si en la Tierra esto se traduce en el impresionante fenómeno de la aurora boreal, ¿qué pasará en Marte?
Afortunadamente, la NASA ahora está en condiciones de responder esa pregunta gracias a su Curiosity Rover. Este documentó recientemente lo que sucede cuando la energía emitida por una tormenta solar golpea la superficie de Marte.
Las imágenes que puedes ver arriba fueron tomadas el 20 de mayo, cuando se registró la explosión solar más fuerte que haya golpeado Marte. Para el ciudadano medio, esto se parece más a una tormenta de arena que azota el suelo del planeta.
Sin embargo, como explica la NASA en un comunicado, lo que realmente llegó a la superficie de Marte fueron rayos X, rayos gamma y partículas cargadas. Estos viajaron desde la superficie solar hasta el suelo de ese planeta en apenas unas decenas de minutos.
«El evento más grande ocurrió el 20 de mayo con una llamarada solar estimada posteriormente en X12 -… la más fuerte de varios tipos- según datos de la nave espacial Solar Orbiter, una misión conjunta entre la ESA (Agencia Espacial Europea) y la NASA. La explosión envió rayos X y rayos gamma hacia el Planeta Rojo, mientras que una posterior eyección de masa coronal liberó partículas cargadas».
La NASA también aclara que este fenómeno envió una dosis de radiación de 8.100 micrograys a la superficie de Marte. Esto equivale a 30 radiografías de tórax y fue la más grande registrada en la misión de 12 años del Curiosity Rover a Marte.
¿Esta radiación sería letal para los humanos?
Para responder a esta pregunta, la NASA dice que no. Aunque no es letal para los humanos, afirma que nadie querría estar expuesto a este tipo de radiación.
Obviamente, esto plantea dudas sobre la presencia humana en Marte. Con entidades como SpaceX o la propia NASA apuntando a llevar humanos al Planeta Rojo, hay que tener en cuenta la posibilidad de exposición a estas radiaciones.
A diferencia de lo que ocurre en la Tierra, Marte no tiene un campo magnético capaz de atrapar partículas energéticas en la atmósfera superior. Lo que significa que lo ocurrido el 20 de mayo podría volver a ocurrir, lo que no sería beneficioso para los humanos allí presentes.