Un estudio reciente descubrió algo extraño: cuando ratones con enfermedad de Alzheimer inhalaron mentol, sus capacidades cognitivas mejoraron. De hecho, parece que el compuesto químico puede detener parte del daño cerebral que normalmente se asocia con la enfermedad.
En particular, los investigadores notaron una reducción en la proteína interleucina-1-beta (IL-1β), que ayuda a regular la respuesta inflamatoria del cuerpo. Es una respuesta que puede ofrecer protección natural, pero que provoca daños si no se controla adecuadamente.
El equipo responsable del estudio, publicado en abril de 2023, afirma que muestra el potencial de determinados olores para ser utilizados como terapias para la enfermedad de Alzheimer.
Los científicos analizaron cómo el olfato afectaba la memoria
“Nos centramos en el papel del sistema olfativo en los sistemas inmunológico y nervioso central. Así confirmamos que el mentol es un olor inmunoestimulante en modelos animales”, dijo el inmunólogo Juan José Lasarte, del Centro de Investigaciones Médicas Aplicadas (CIMA), en España, cuando se dieron a conocer los resultados.
“Pero, sorprendentemente, observamos que exposiciones breves a esta sustancia durante seis meses previnieron el deterioro cognitivo en ratones con Alzheimer. Más interesante aún, también mejoraron la capacidad cognitiva de ratones jóvenes sanos”.
Tras observar que la inhalación de mentol mejoraba la respuesta inmune de las ratas, el equipo demostró que esta sustancia también podría mejorar las capacidades cognitivas de los animales. Esto se observa en una serie de pruebas prácticas en el laboratorio.
En ratas con enfermedad de Alzheimer, la administración de mentol durante seis meses fue suficiente para prevenir el deterioro de las capacidades cognitivas y de la memoria de las ratas. Además, parece que el mentol hizo que la proteína IL-1β volviera a niveles seguros en el cerebro.
No hace falta decir que esto abre una posible vía para futuros tratamientos.
Los científicos ya han establecido numerosos vínculos entre los olores y nuestro sistema inmunológico y nervioso. Estas relaciones son difíciles de entender completamente, pero sabemos que nuestro sistema olfativo puede influir fuertemente en el cerebro. Ciertos olores pueden desencadenar ciertas respuestas en el cerebro, lo que lleva a reacciones químicas que afectan la memoria, las emociones y más.
De hecho, las enfermedades relacionadas con el sistema nervioso central, como la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson y la esquizofrenia, van acompañadas de una pérdida del olfato. Esta nueva investigación añade algunos datos prometedores, pero se necesitan muchos más estudios en humanos y ratones.