La tecnología inalámbrica como Bluetooth Low Energy y Wi-Fi 6 ha hecho que muchos de nuestros dispositivos electrónicos cotidianos sean más convenientes y flexibles. Sin embargo, las conexiones por cable ofrecen claras ventajas sobre los equipos inalámbricos en lo que respecta a la seguridad.
Las redes inalámbricas transmiten datos mediante ondas de radio. Estas señales se propagan por toda su casa y, a menudo, cruzan fronteras físicas y llegan a sus vecinos y calles cercanas.
Esta apertura hace que las redes inalámbricas sean vulnerables a ataques como:
Escucha: Pueden interceptar paquetes de datos utilizando herramientas fácilmente disponibles, como rastreadores de Wi-Fi, capturando información confidencial como credenciales de inicio de sesión o datos personales.
Ataques de intermediario: Se pueden insertar entre dos dispositivos comunicados para interceptar o manipular los datos transmitidos.
Puntos de acceso falsos: Los dispositivos no autorizados pueden imitar puntos de acceso inalámbrico legítimos para engañar a los usuarios para que se conecten y revelen información confidencial.
Por el contrario, las conexiones por cable transmiten datos a través de cables físicos, como Ethernet, que le permiten controlar físicamente el flujo de datos. Este control físico elimina la posibilidad de interceptación remota, garantizando un nivel de seguridad mucho mayor.
En conexiones cableadas se requiere acceso físico a los dispositivos
Sin señales inalámbricas que interceptar, los usuarios malintencionados normalmente necesitan acceso físico a cables y dispositivos para comprometer su red. Esta diferencia fundamental actúa como un impedimento, pues tendrán que superar los siguientes desafíos:
Conexión física: El atacante debe conectar su dispositivo a la red, lo que requiere acceso a Ethernet, USB u otras interfaces físicas.
Implementar hardware: Los piratas informáticos tendrán que utilizar herramientas de piratería de hardware, que cuestan dinero.
Limitaciones de tiempo: Los delincuentes deberán actuar con rapidez si obtienen acceso físico a los dispositivos debido al mayor riesgo de ser atrapados.
Estas barreras físicas aumentan significativamente el esfuerzo, el tiempo y el riesgo que implican para los atacantes.
Conexiones que implican menos preocupaciones
Las redes inalámbricas a menudo requieren una configuración adecuada para garantizar una comunicación segura. Una configuración incorrecta puede provocar vulnerabilidades graves. Por el contrario, las conexiones por cable son mucho más difíciles de configurar incorrectamente.
Con una conexión por cable, no tienes que preocuparte por:
Protocolos de cifrado débiles u obsoletos: Los estándares de cifrado más antiguos, como WEP, se pueden descifrar fácilmente, mientras que protocolos más sólidos como WPA3 requieren una implementación adecuada.
Credenciales predefinidas: Muchos enrutadores inalámbricos y cámaras de seguridad vienen con nombres de usuario y contraseñas predeterminados que, si no se cambian, los atacantes pueden aprovecharlos simplemente usando herramientas como
Puntos de acceso abiertos: Las redes inalámbricas no seguras pueden ser una puerta de entrada para usuarios no autorizados, lo que genera posibles infracciones.
Sin embargo, la ausencia de señales de radio en las redes cableadas reduce la dependencia de configuraciones de software complejas para la seguridad básica. Esta simplicidad elimina los errores comunes asociados con configuraciones inalámbricas mal configuradas, lo que hace que las redes cableadas sean inherentemente más seguras contra errores del usuario.