Ciertas 27 lunas de Urano semejan estar expulsando partículas al espacio. Según un nuevo estudio comandado por Ian Cohen, científico espacial del Laboratorio de Física Aplicada de la Facultad Johns Hopkins, las lunas Ariel y/o Miranda están añadiendo plasma al ambiente espacial por medio de algún mecanismo que, por el momento, no se sabe, pero que quizás señalan que poseen océanos bajo sus superficies heladas.
Para el estudio, Cohen y sus colegas estudiaron pausadamente los datos de partículas compendiados por un instrumento en la nave espacial Voyager 2 y se dieron cuenta que la nave espacial observó partículas energéticas en el momento en que salía de Urano. “Lo mucho más atrayente es que esas partículas estaban recluídas cerca del ecuador imantado de Urano”, recordó.
Comunmente, las ondas imantadas del sistema hacen que las partículas se dispersen en latitud, pero las observadas se reunieron cerca del ecuador entre Ariel y MIranda. En un inicio, los científicos creyeron que la Voyager 2 había encontrado una corriente de plasma «inyectada» en todo el indicio distante de la magnetosfera del mundo, pero Cohen no pensaba que esa fuera la explicación.
Entonces, el equipo decidió utilizar modelos físicos para recrear las visualizaciones de la nave espacial y descubrió que la explicación de las partículas debía integrar una fuente incesante para emitirlas, adjuntado con algún mecanismo para energizarlas. Tras investigar las opciones, concluyeron que las partículas debían seguir de una luna próxima.
Los «sospechosos» son Ariel y/o Miranda, quienes tienen la posibilidad de haber liberado el material en columnas de vapor afines a las de Encelado, la luna de Saturno, o a través de un desarrollo erm en el que partículas energéticas apalean una área y dejan libre otras al espacio. «Ahora mismo, hay un 50% de opciones de que sea uno u otro», ha dicho Cohen.
Si la explicación de los penachos es próxima, las lunas tienen la posibilidad de tener océanos bajo sus superficies heladas. «No es extraño que las mediciones de partículas energéticas precedan a los descubrimientos de mundos con océanos», ha dicho Cohen.
El mecanismo energizante semeja ser solo uno: una corriente de partículas sale de las lunas y se dirige al espacio, creando ondas electromagnéticas. Estas ondas aceleraron una pequeña una parte de las partículas a energías detectables por el instrumento y, para los autores, este desarrollo ha podido haber mantenido juntas a las partículas.
No obstante, admiten que solo una observación de la zona y la sepa de datos sobre la composición del plasma o mediciones de ondas electromagnéticas hacen irrealizable saber el origen de las partículas. “Siempre y en todo momento tenemos la posibilidad de utilizar modelos mucho más extensos, pero hasta el momento en que no tengamos nuevos datos, las conclusiones proseguirán siendo limitadas”, concluyó.
El producto con los desenlaces del estudio fue recibido para publicación en la gaceta جيو فزيڪل تحقيقاتي خط.
Fuente: Cartas de investigación geofísica; Vía: Facultad Johns Hopkins