¿Tiene el hábito de pendiente de un recibo olvidado en el cajero automático? Porque se sabe: este simple papel puede ser la puerta de entrada a una estafa cada vez más utilizada en Portugal. El golpe es tan convincente que ya ha engañado a muchas víctimas y todo comienza con una cuenta aparentemente inofensiva.
El truco del recibo en el cajero automático explicado paso a paso
El esquema de recibo olvidado es ingenioso precisamente porque parece inofensivo. El proceso habitual sigue este script:
El Burlão va primero a la máquina. Por lo tanto, imprime un recibo con saldo o movimientos y lo deja a propósito en la terminal.
La víctima se acerca. Como tal, se da cuenta del papel olvidado y, por curiosidad, lo lleva o simplemente mira.
El cómplice surge. Alguien aparece, a menudo apresuradamente, fingiendo ser el «dueño» de la cuenta.
Comienza la puesta en escena. En el aire angustiado, el Burlão dice que la cuenta está bloqueada, que necesita confirmar los datos o que solo falta un paso para resolver el problema.
Y aquí es donde ocurre el orden peligroso: la víctima está convencida de insertar su propia tarjeta e incluso hacer una transferencia a «ayuda».

La solicitud que nunca debe aceptar
La frase es casi siempre la misma:
«Si solo hace una transferencia de 1 € o 2 €, puedo confirmar que la cuenta está desbloqueada».
Suena poco, pero es una prueba de vulnerabilidad. Al aceptar, la víctima muestra que está disponible para cooperar. Y después del primer euro, siguen otras solicitudes:
- tarifas adicionales;
- supuestamente desenvuelto;
- Transfiere «para corregir el error».
Rápidamente, los valores se suman y el daño puede ser excelente. Además, manipulando a la víctima para insertar la tarjeta, el burlón puede espiar el alfiler y prepararse para la clonación o el robo directo.
Por qué tanta gente cae en este truco
Curiosidad natural: todos ya han apretado una cuenta que queda.
Contexto de la confianza: como todo sucede en el cajero automático, la situación parece «oficial» y legítima.
Presión social: a nadie le gusta rechazar la ayuda, especialmente cuando la historia es convincente.
Baja cantidad: pedir solo 1 € o 2 € hace que la víctima no vea peligro inmediato.
Es la suma de estos factores los que transforman un gesto banal en un golpe efectivo.
Casos reales en Portugal
Hay informes de personas que transfirieron pequeñas cantidades y pensaron que estaba resuelto. Pero poco después recibió nuevas órdenes, finalmente perdieron cientos de euros.
En otros escenarios, el recibo solo sirvió como cebo de distracción: mientras que la víctima se centró en el papel y la conversación con el «propietario» falso, otro cómplice aprovechó la oportunidad para robar bolsas, teléfonos móviles o incluso ver el alfiler.
Las autoridades ya han dejado advertencias sobre esta práctica, enfatizando que los multibanes son un objetivo frecuente de esquemas creativos.

Cómo protegerte de este golpe
- Ignorar las conversaciones que quedan en la máquina. Así que nunca confíes en los documentos olvidados.
- Sin embargo, no aceptan solicitudes de extraños, incluso si parecen bien intencionados.
- Siempre protege el pin con la mano en cualquier situación.
- Rasta tus recibos antes de acostarse. Es decir, nunca los dejes intactos.
- Prefiere multibancos en lugares ocupados e iluminados. Esto está menos obligado por quemaduras.
- Mantiene la calma. La presión de la burlón es psicológica; Regalar es siempre la mejor opción.
Qué hacer si ya ha tenido problemas
Llame inmediatamente al banco y bloquee la tarjeta. También consulta los movimientos de la cuenta para verificar transferencias sospechosas. Presenta una queja a las autoridades. Incluso si la pérdida es pequeña, ayuda a mapear el esquema y proteger a otros. Comparta la experiencia con familiares y amigos. Es que muchos golpes solo ganan fuerza porque las víctimas están avergonzadas de decir lo que sucedió.
Un recibo simple olvidado en el cajero automático puede ser mucho más que distracción. En algunos casos, es el primer paso de una puesta en escena preparada en detalle para manipular a la víctima.

